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La nueva reforma laboral, aprobada con polémica en el Congreso de los Diputados, y que lleva en vigor desde finales de diciembre, tiene como uno de sus principales objetivos acabar con la temporalidad den el trabajo. Para ello desparece el contrato temporal por excelencia, el de obra y servicio, que suponía algo más del 40 por ciento de los contratos temporales que se firmaban.
La nueva reforma laboral refuerza la figura del contrato fijo-discontinuo. Este modelo no supone acabar con la temporalidad en el trabajo puesto que en España hay una parte importante de la economía que tiene un componente estacional muy alto (educación, turismo…). Lo que garantiza este tipo de contratos es que un trabajador va a ser contratado para las campañas que se desarrollen en un futuro, lo que le dará cierta estabilidad.